El día en que también se alteró la economía mundial: el 11-S

Reserva Federal Nueva York Donald Trump 11-S
Imagen de la fachada del edificio de la Fed de Nueva York. Foto: Getty Images

El 11 de septiembre de 2001 marcó un antes y un después en la historia contemporánea. Los ataques terroristas que destruyeron las Torres Gemelas en Nueva York, Estados Unidos, cobraron miles de vidas. También transformaron la política global, la seguridad internacional y la estabilidad económica.

Hoy, 11 de septiembre de 2025, el mundo recuerda un hecho que aún influye en las dinámicas geopolíticas y financieras. También replantea lecciones que permanecen vigentes.

Los atentados detonaron la primera recesión del siglo XXI. Wall Street cerró durante días. Los mercados globales entraron en turbulencia. Sectores como la aviación, el turismo y los seguros vivieron un colapso sin precedentes.

Luego de los hechos se advirtió sobre el riesgo de “una economía en ruinas”. Se señalaron los efectos inmediatos en turismo y exportaciones.

El flujo de visitantes estadounidenses, principal mercado emisor del Caribe, se contrajo de forma significativa. Esto obligó a replantear estrategias en el sector hotelero y en la conectividad aérea en esa región.

Inmediatamente después del 11-S, la ciudad de Nueva York se tambaleó, perdiendo 112.000 puestos de trabajo en sólo dos meses. En retrospectiva, esos dos meses parecen ahora una breve aceleración de una tendencia recesiva ya establecida, que en 2003 dio paso a una larga recuperación que sólo se detuvo brevemente para la Gran Recesión.

La dimensión global de la tragedia

Más allá de Estados Unidos, el 11-S reveló la fragilidad de las economías globalizadas. El comercio internacional se desaceleró. Los costos de seguridad logística se multiplicaron. El riesgo país se convirtió en un factor decisivo para atraer inversión extranjera.

Los efectos fueron duraderos. América Latina intentaba capitalizar un ciclo de crecimiento, pero el miedo al terrorismo y la inestabilidad financiera frenaron ese proceso.

El precio del petróleo mostró oscilaciones imprevisibles. Al mismo tiempo, los flujos de capital hacia mercados emergentes se volvieron más selectivos.

Las interrupciones del movimiento de personas causadas por el 11-S parecieron realmente importantes en su momento, y el tráfico aéreo y el número de visitantes internacionales tardaron más de dos años en recuperarse. Los sucesos traumáticos no hicieron más que acelerar los descensos del comercio que ya estaban en marcha, aunque esta caída al igual que la generada por la pandemia del Covid-19 acabaron siendo mucho menos graves que la que siguió a la crisis financiera mundial de 2008 y 2009.

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Un año después

La edición de septiembre de 2002 de Revista Mercado recordó la tragedia bajo el título “911: A un año de la tragedia”. Destacaba que no solo las torres se desplomaron, también las economías mundiales.

Ese primer aniversario coincidió con un mundo en reconstrucción. Estados Unidos redefinía su política exterior bajo la llamada “guerra contra el terrorismo”.

Europa, Asia y América Latina buscaban nuevas rutas de crecimiento en medio de la incertidumbre.

Las lecciones para hoy

En 2025, el mundo enfrenta desafíos distintos, pero igualmente disruptivos. La transición energética, la transformación digital y las tensiones entre potencias marcan la agenda internacional. El recuerdo del 11-S ofrece un marco de análisis para comprender la importancia de la resiliencia económica y la cooperación internacional.

Las cadenas de suministro hoy se rediseñan tras la pandemia y conflictos como la guerra en Ucrania. Estos cambios recuerdan los aprendizajes de 2001: la vulnerabilidad ante lo inesperado exige diversificación y respuestas rápidas. 

Una tragedia que cambió el mundo

El 11 de septiembre de 2001 fue una tragedia humana y económica que cambió el rumbo del siglo XXI. Veinticuatro años después, sigue siendo un recordatorio de que la interconexión global trae oportunidades, pero también expone vulnerabilidades.

La catástrofe no solo se midió en términos humanos. También alteró las bases de la economía mundial. «Hoy, al mirar atrás, la memoria del 11-S invita a redoblar esfuerzos en resiliencia, innovación y cooperación internacional. Son pilares clave para enfrentar los retos de un mundo en constante transformación».

Con información de Revista Mercado y Bloomberg Línea