El 25 de julio el mundo conocía que Donald Trump daba licencia a la estadounidense Chevron, para que volviese a operar en Venezuela. Con esta decisión, todos daban por hecho que las firmas europeas, con Repsol entre ellas, volverían a recibir sus respectivas autorizaciones. Sin embargo, se ha denegado estos permisos a la española, pero también a la italiana Eni y a la firma francesa Maurel & Prom.
Recientemente, Bloomberg informó que las petroleras habrían pedido los permisos a la Casa Blanca y esta ya se los habría denegado. Con el veto de Trump a las firmas europeas, sus negocios en el país quedarían en el limbo, recalcó el portal español elEconmista.es.
Según los últimos resultados financieros, la exposición patrimonial de Repsol en Venezuela asciende en junio de 2025 a 330 millones de euros. La producción neta de la empresa asciende a unos 70,5 millones de barriles.
«En 2025 se mantiene la incertidumbre sobre la situación política y económica en el país, influenciada por las sanciones impuestas por EEUU que afectan significativamente a las empresas extranjeras, especialmente en el sector petrolero», indicó la empresa.
«A la fecha, la Compañía no ha recibido notificación oficial sobre posibles nuevas licencias, por lo que se limita la capacidad de operar en Venezuela y se restringen las posibilidades de cobro. Repsol está en continuo contacto con la administración estadounidense en un esfuerzo por ajustar el alcance de las actividades autorizadas de Repsol en Venezuela y alcanzar un acuerdo que se alinee con sus intereses», agregó.
Repsol recordó que «Estados Unidos está autorizado a imponer un arancel del 25% a todas las mercancías importadas a EEUU desde cualquier país que importe petróleo venezolano, ya sea directamente desde Venezuela o indirectamente a través de terceros. Si bien la implementación de dichos aranceles queda a discreción del gobierno estadounidense, la posibilidad de exigirlos o incluso la amenaza de hacerlo podría llevar a España y a otros países a dejar de aceptar importaciones de petróleo venezolano».
Actualmente Repsol cuenta con cerca de 139 empleados operando 829 kilómetros cuadrados en varios proyectos. Destaca el ‘Proyecto Perla’ un campo offshore con cerca de 580 millones de pies cúbicos diarios de gas al día. También el proyecto Petrocarabobo y el 40% de Petroquiriquire, así como Quirique Gas. En total, la empresa produce 70.500 barriles equivalentes de petróleo al día (según datos del primer semestre de 2025). Sin embargo, su negocio en el país no es el oro negro sino el gas, que representa el 85% de sus operaciones.
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El limbo de Repsol
En ese sentido, el veto de EEUU deja todos los negocios de la empresa en un limbo que puede ser muy complicado para la española si el problema se va enquistando y las licencias no llegan. El motivo es que, a pesar de que sigue operando sus negocios de gas que, en buena medida van para el mercado interno, Pdvsa se niega generalmente a pagar. El petróleo se había convertido en la era de Joe Biden en la moneda empleada para saldar la deuda sin necesidad de utilizar dólares ni moneda local.
Francisco Monaldi director del programa de Energía en Baker Institute explicó a elEconomista.es que «para Repsol el impacto de los barriles que produce frente a sus 900.000 totales no supone un problema. Sin embargo, Venezuela si era una esperanza de crecimiento y esperaba duplicar producción en un año a dos. Lo problemático es el gran proyecto de gas que tiene con Eni y con Pdvsa. Si Trump no le da a Repsol una solución como hizo Biden la situación puede volverse muy complicada. La deuda que se empezará acumular será cada vez más grande hasta que emerja la duda de si es lógico marcharse del país. Aún no ha llegado ese momento, pero si la voluntad de Trump se mantiene, está decisión puede llegar».
Recordó que «desde que el proyecto de gas empezó a producir, Pdvsa se retrasaba en los pagos en dólares (hay una parte estipulada en esa moneda y otra en local) y acumulaba una deuda gigantesca incluso antes de las sanciones. Pdvsa incumple de forma continua provocando que Repsol no tenga más opción que irse o quedarse asumiendo la situación y manteniendo el suministro».
Agregó Monaldi que «no hay voluntad de pagar ni a Eni ni a Repsol a menos que haya otro beneficio paralelo como fue el petróleo refinado».
No obstante, Biden logró una solución para este problema. Según Monaldi con los permisos especiales a Repsol se logró una fórmula que permitió que Caracas comenzase a pagar a la firma española. «Venezuela le otorgaba tanqueros a Eni y Repsol que iban a refinerías en España. Traían de vuelta refinados y diluyentes para el crudo extrapesado de Venezuela y el margen económico de esa operación se utilizaba para cancelar deuda».

¿Qué hacer?
A pesar de que Venezuela cuenta con las mayores reservas de crudo del planeta, este es en su mayoría extrapesado y necesita ser tratado con diluyentes y infraestructura que escasea en el país, por lo que cualquier ventana para lograrlo supone una ventaja decisiva para Caracas.
El pacto con Repsol era un elemento en esta dirección «en teoría el gobierno venezolano no recibía ni un dólar y así lo justificaba Biden. No beneficiaba a Maduro, este obtenía diluyentes, no dólares». En ese sentido, esta solución ofrecía algo paradójico «de forma extraña, las medidas de Biden provocaron que el Gobierno venezolano pagase de forma regular a Repsol porque obtenía un beneficio que realmente le interesaba».
Posteriormente Trump reimpuso las sanciones originales en marzo quitando este recurso de Biden. Ahora, cuando le devolvió la licencia de Chevron, un nuevo brote de tensión bloquea el paso con el resto de empresas. Incluso con las sanciones actuales, por las que ya no se puede hacer este swap, Pdvsa podría pagar a Repsol pero «tiene otras muchas obligaciones y muy pocos incentivos».
«Queremos garantizar un marco estable para nuestras actividades (en Venezuela) y eso incluye un mecanismo viable para monetizar la producción que mantenemos en el país», llegó a decir Repsol.
Para aterrizar esto en cifras, esta deuda explica esa exposición patrimonial de 330 millones de euros. La propia Repsol revisaba en julio a la baja su exposición. Explicó que «en el primer semestre de 2025 se reconocieron dotaciones por deterioro principalmente de cuentas a cobrar vinculadas con la actividad en Venezuela (105 millones de euros). Esto por el entorno más desfavorable tras la reactivación de la limitación a nuestras operaciones en el marco de las sanciones de EEUU».
De momento no peligra nada en el país, pero a la deuda se añaden los costes de una presencia que seguirá acumulándose poco a poco. En ese sentido, Venezuela se perfila como uno de los frentes que tendrá que atender la empresa española. Las vías posibles son: que Trump tome una decisión tal y como hizo Biden para que las firmas europeas vuelvan a tener una ‘escapatoria’. De esta manera, hacer que Pdvsa tenga incentivos a pagar su deuda. O por el contrario, estas empresas se enfrentarán ante una decisión complicada. Aceptar este limbo político en el que se ven atrapados sus activos… o irse. El precio es una posición clave y privilegiada en la nación con más crudo del planeta y que, si despertase, podría ser el mercado con más proyección del mundo.
