Argentina oficializa recorte de impuestos a las exportaciones agrícolas

Producción agrícola Fedeagro maíz
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Argentina oficializó este jueves una significativa rebaja de los impuestos que gravan las exportaciones de soja, maíz, carne bovina y derivados industriales, una medida que el Gobierno de Javier Milei considera clave para apuntalar la competitividad del sector agroexportador y enviar una señal de alivio a uno de los principales motores de la economía.

El decreto presidencial publicado en el Boletín Oficial establece que la alícuota de la soja baja del 33% al 26%, mientras que el aceite y la harina de soja —productos en los que el país es líder mundial— descienden del 31% al 24,5%. El maíz, por su parte, tendrá una carga de 9,5% (2,5 puntos menos), y la carne bovina pagará ahora un 5% frente al 6,75% previo.

“Esta gestión entiende a los derechos de exportación como un impuesto distorsivo que debe eliminarse y que, en la medida en que lo permita el superávit fiscal, se irán reduciendo hasta su desaparición”, señala el texto oficial, reforzando el compromiso del Ejecutivo con un esquema tributario menos gravoso para el comercio exterior.

Señal política y económica

El recorte, anticipado el pasado sábado por el presidente Milei, tiene un fuerte contenido político: busca mejorar la relación con el sector agroindustrial, que aporta cerca del 70% de las divisas que ingresan al país, y al mismo tiempo estimular la inversión en un contexto de recuperación frágil de la economía interna.

La medida, sin embargo, plantea interrogantes sobre el equilibrio fiscal. Los derechos de exportación, conocidos localmente como “retenciones”, han sido una fuente importante de ingresos públicos durante más de dos décadas, especialmente en periodos de estrechez financiera.

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Un jugador global con más margen

Argentina es el primer exportador mundial de aceite y harina de soja, el tercero de maíz y un proveedor clave de carne bovina en mercados de alto valor. La reducción de impuestos, en un contexto de tensiones en el comercio agrícola global y precios internacionales volátiles, puede mejorar el posicionamiento del país frente a competidores como Brasil y Estados Unidos.

La incógnita será cuánto de esta mejora de márgenes para el productor se traducirá en mayor volumen exportado y cuánto se resentirán las cuentas públicas en un Gobierno que ha prometido disciplina fiscal como bandera de su programa económico.

Con información de Reuters