Los precios del petróleo alcanzaron niveles no vistos en semanas, impulsados tanto por una caída inesperada en las reservas de combustible en Estados Unidos como por recortes voluntarios en la producción de Arabia Saudita y Rusia.
El índice de referencia Brent cerró con un alza de 1,38 dólares –un 1,6%– situándose en 87,55 USD por barril, el nivel más alto desde el 27 de enero. En paralelo, el West Texas Intermediate (WTI) subió 1,48 USD, o un 1,8%, para cerrar en 84,40 USD, su cotización más elevada desde noviembre de 2022.
Los datos del Gobierno de EE. UU. revelaron una disminución de 2,7 millones de barriles en los inventarios de gasolina y de 1,7 millones en los de destilados como diesel o fuelóleo. Según Andrew Lipow, presidente de Lipow Oil Associates, esta contracción compensa sobradamente una acumulación mayor de lo previsto en las reservas de crudo, y “continúa generando impactos alcistas para el mercado”.
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Oferta comprimida por recortes
Arabia Saudita prolongó unilateralmente su recorte de producción, equivalente a un millón de barriles diarios, y Rusia extenderá su reducción en 300 000 bpd durante septiembre. Estas medidas sirven de contrapeso a las señales algo débiles que llegan de China, donde las importaciones de crudo cayeron casi un 19 % en julio, lo que refleja una demanda contenida .
Este escenario de oferta más ajustada en EE. UU. y recortes brutales por parte de los grandes productores contrasta con una demanda ralentizada en China. El resultado: precios en alza.
No obstante, el crecimiento económico ralentizado en la segunda economía del mundo podría frenar el impulso en las próximas semanas. Los inversionistas estarán atentos a nuevos datos de inventarios y a señales de flexibilización o austeridad en las políticas de la OPEP+.
