A pesar del aumento del desempleo y la creciente preocupación por el mercado laboral, el presidente argentino Javier Milei conserva una imagen positiva sólida entre los votantes, según reveló una encuesta de AtlasIntel publicada por Bloomberg News.
El sondeo, correspondiente a junio de 2025, muestra que Milei mantiene una tasa de aprobación del 44%, con una imagen positiva del 47%, la más alta entre los principales líderes políticos del país. Solo un 12% de los encuestados se declaró indeciso respecto a su figura.
Desempleo en alza y preocupación social
El respaldo a Milei contrasta con un contexto económico desafiante. El desempleo en el sector formal alcanzó el 7,9% en el primer trimestre del año, el nivel más alto en más de tres años. Según datos oficiales, el empleo formal privado cayó en 115.000 puestos entre noviembre de 2023 —cuando Milei asumió la presidencia— y marzo de 2025.
Los sectores más afectados por la pérdida de empleos han sido la construcción, la industria manufacturera y el transporte. A esto se suma el recorte de más de 50.000 empleos públicos por parte del gobierno como parte de su plan de ajuste fiscal.
En paralelo, el empleo informal —caracterizado por menores salarios y beneficios— aumentó en 224.000 puestos en el primer trimestre respecto al mismo período del año anterior, según el Indec.
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Salarios rezagados frente a la inflación
Aunque la inflación ha mostrado una tendencia descendente y el tipo de cambio se ha estabilizado, los salarios del sector privado formal crecieron solo un 9,6% entre enero y abril, frente a una inflación acumulada del 11,6% en ese mismo período. Esto representa una pérdida de poder adquisitivo, en contraste con el año anterior, cuando los salarios habían crecido un 148% frente a una inflación del 118%.
La encuesta refleja una paradoja: mientras el mercado laboral se deteriora y la economía real enfrenta tensiones, Milei conserva un respaldo significativo, probablemente sostenido por la percepción de que está cumpliendo con su promesa de reformas estructurales. La estabilidad cambiaria y la desaceleración inflacionaria parecen haber reforzado su capital político, al menos en el corto plazo.
