En medio de una economía presionada por una inflación estructural que no da tregua, y una confianza cada vez más erosionada en el signo monetario nacional, el bolívar, Venezuela podría estar a las puertas de un nuevo episodio de dolarización de facto. Según proyecciones de la consultora Ecoanalítica, el uso del dólar estadounidense y del peso colombiano en las transacciones diarias podría duplicarse en los próximos seis meses, debilitando aún más la demanda del bolívar en el mercado interno.
La advertencia cobra relevancia en un país donde la política económica se mueve entre la contención parcial del gasto público, un agresivo impuesto a las transacciones en divisas, y una inflación que amenaza con superar el 500% anual, de acuerdo con estimaciones de BofA Global Research.
El avance de monedas extranjeras: ¿rebrote de la dolarización?
Alejandro Grisanti, director de Ecoanalítica y exjefe de investigaciones económicas del Fondo Monetario Internacional para América Latina, no duda: “Estamos observando un proceso de fuga silenciosa desde el bolívar hacia otras monedas más estables. Si la inflación sigue acelerándose y el tipo de cambio oficial pierde aún más anclaje, la economía volverá a refugiarse en monedas extranjeras”.
Actualmente, el 84% de las transacciones minoristas en Venezuela se realiza en bolívares, pero el dólar representa ya más del 10% y el peso colombiano casi 2%. Aunque estos números son inferiores a los registrados en la etapa de hiperinflación (cuando la dolarización transaccional superaba el 70%), Ecoanalítica advierte que la tendencia podría revertirse en un plazo breve.
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El peso colombiano: moneda emergente en la frontera
Aunque el dólar sigue siendo la divisa preferida para el ahorro y las grandes transacciones, el peso colombiano ha ido ganando protagonismo, especialmente en los estados fronterizos como Táchira y Zulia. En esas regiones, es habitual que productos, servicios e incluso alquileres se coticen directamente en pesos.
“La fortaleza del peso frente al bolívar y su disponibilidad física en el comercio fronterizo lo convierten en una opción natural. La gente no confía en una moneda que cambia de valor tres veces en una semana”, apunta el economista Aldo Contreras, experto en economía regional.
El IGTF y la paradoja de la “rebolivarización”
El Gobierno de Nicolás Maduro ha intentado frenar esta marea mediante el Impuesto a las Grandes Transacciones Financieras (IGTF), una tasa que penaliza con hasta 3% las operaciones en divisas. En los hechos, esto ha empujado nuevamente a muchos comercios a aceptar pagos en bolívares. Sin embargo, según Ecoanalítica, esto es una distorsión artificial y temporal.
“Una cosa es que el Gobierno logre forzar el uso del bolívar mediante medidas fiscales. Otra, muy distinta, es que logre reconstruir la confianza”, subraya Grisanti.
Perspectiva: ¿una segunda dolarización en puerta?
Si se cumplen las previsiones de Ecoanalítica y otras firmas privadas, Venezuela podría estar ingresando en una nueva etapa de dolarización transaccional. Esta vez, con un componente adicional: la diversificación hacia monedas regionales como el peso colombiano, especialmente en economías locales donde el bolívar ha dejado de ser funcional.
“La dolarización no es una política oficial, pero sí una consecuencia directa del fracaso del bolívar como reserva de valor”, sentencia Contreras.
En definitiva, mientras el bolívar siga perdiendo terreno frente a la inflación, y la política económica no logre estabilizar los precios ni el tipo de cambio, los venezolanos seguirán buscando en monedas extranjeras —ya sea el dólar o el peso colombiano— la seguridad que su moneda nacional no les puede dar.
Con información de Bloomberg Línea
