Nuevo plazo en la guerra comercial prolonga la inestabilidad global, advierte la ONU

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Foto: Pixabay

La decisión del presidente estadounidense Donald Trump de extender hasta el 1 de agosto el plazo para imponer nuevos aranceles ha generado una ola de incertidumbre en los mercados globales y ha encendido las alarmas en organismos multilaterales. Según el Centro de Comercio Internacional (ITC), agencia conjunta de la ONU y la OMC, la medida está socavando la inversión a largo plazo y afectando la capacidad de planificación de empresas en todo el mundo.

“Esta medida amplía el periodo de incertidumbre, socava las inversiones a largo plazo y los contratos comerciales, y crea más inestabilidad”, advirtió Pamela Coke-Hamilton, directora ejecutiva del ITC, en una rueda de prensa en Ginebra.

El nuevo plazo afecta a 14 países, desde potencias exportadoras como Japón y Corea del Sur hasta economías más pequeñas, que ahora enfrentan la amenaza de aranceles significativamente más altos si no logran acuerdos bilaterales con Washington antes de la fecha límite.

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Entorno tóxico para la inversión

La incertidumbre generada por la política arancelaria estadounidense ha tenido un efecto paralizante en sectores clave. Coke-Hamilton citó el caso de Lesotho, donde importantes empresas textiles han congelado inversiones a la espera de claridad sobre los costos comerciales futuros.

“Si una empresa no tiene claro qué costes va a pagar, no puede planificar, no puede decidir quién va a invertir”, explicó la funcionaria.

A este clima de inestabilidad se suma un recorte significativo en la ayuda al desarrollo, lo que ha creado un “doble choque” para los países en desarrollo, según el ITC.

Una guerra comercial con efectos sistémicos

Desde que Trump reactivó su ofensiva arancelaria en abril, los mercados financieros han mostrado una marcada volatilidad. La amenaza de aranceles del 20% a la Unión Europea y del 34% a China ha obligado a los líderes económicos a tomar medidas defensivas para proteger sus economías.

El impacto no se limita a las grandes potencias. Las cadenas de suministro globales, los contratos de exportación y los flujos de inversión extranjera directa están siendo reconfigurados en tiempo real, con consecuencias aún difíciles de cuantificar.

Con el reloj corriendo hacia el 1 de agosto, los países afectados enfrentan una disyuntiva: ceder a la presión de Washington o arriesgarse a un golpe arancelario que podría alterar sus balanzas comerciales. Mientras tanto, la comunidad internacional observa con creciente inquietud cómo la política comercial de la primera economía del mundo se convierte en un factor de desestabilización global.

Con información de Reuters