Trump anuncia arancel del 100% a las películas extranjeras

Donald Trump
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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, volvió a encender el debate comercial con una propuesta insólita incluso para sus propios estándares: imponer un arancel del 100% a todas las películas producidas fuera del país, con el argumento de que el negocio cinematográfico estadounidense “ha sido robado” por otras naciones.

“Nos quitaron el cine como si fuera un caramelo a un niño”, escribió el mandatario en su red Truth Social. “Para resolver este problema de larga data (…) voy a imponer un arancel del 100% a todas las películas que se hagan fuera de EE.UU.”, agregó en mayúsculas, rematando con el lema: “¡QUEREMOS CINE HECHO EN ESTADOS UNIDOS, OTRA VEZ!”.

Trump no ofreció detalles sobre cómo ni cuándo aplicaría la medida, ni precisó si afectaría únicamente a películas estrenadas en salas o también a los contenidos distribuidos por plataformas de streaming como Netflix, Disney+ o Amazon Prime, donde gran parte de la producción extranjera circula sin pasar por aduanas tradicionales.

Golpe directo a Hollywood… ¿o a sus socios?

Paradójicamente, Trump apuntó sus críticas contra el gobernador de California, Gavin Newsom, a quien llamó “débil e incompetente”, pese a que Hollywood —el corazón de la industria que dice defender— está precisamente en ese estado.

La idea del arancel no es nueva. En mayo ya había adelantado su intención de gravar con un 100% las películas extranjeras, incluso instruyendo al secretario de Comercio, Howard Lutnick, a trabajar en una propuesta. Pero esta vez parece decidido a llevarla a la práctica, en el marco de una ola arancelaria que se ha convertido en marca de su segundo mandato.

Solo la semana pasada anunció tarifas del 100% a medicamentos importados, 50% a gabinetes de cocina, 30% a muebles tapizados y 25% a camiones pesados. India y Brasil también han sido blanco de sus represalias comerciales.

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¿Una medida simbólica o una guerra cultural?

El anuncio plantea más preguntas que respuestas. En la práctica, aplicar un arancel al cine implicaría:

Crear mecanismos de control para contenidos digitales que hoy cruzan fronteras en segundos.

Obligar a distribuidores y plataformas a reportar origen de producción, lo que podría generar disputas legales con estudios y servicios de streaming.

Y, sobre todo, abrir una guerra cultural y comercial con aliados tradicionales como Europa, Japón, Corea del Sur o México, todos grandes exportadores de contenido audiovisual.

De llevarse a cabo, Estados Unidos no solo estaría gravando productos físicos, como ha hecho con el acero o los automóviles, sino ideas, entretenimiento y cultura.

El telón aún no sube, pero el choque promete ser global.

Con información de EFE