Petróleos Mexicanos (Pemex) cerró el segundo trimestre con ganancias netas por 59.520 millones de pesos (unos US$3.200 millones), rompiendo una racha de pérdidas que en 2024 sumaron cerca de US$30.000 millones. El resultado supone un respiro para la petrolera estatal en un momento clave, cuando el Gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum busca reforzar sus finanzas.
La producción de crudo y condensados cayó un 8,6% interanual, hasta 1,63 millones de barriles diarios, reflejo del declive estructural de los campos maduros. No obstante, el procesamiento de crudo aumentó, impulsando los márgenes de refinación y contribuyendo al resultado positivo.
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En paralelo, el Gobierno se prepara para colocar en los mercados internacionales hasta US$10.000 millones en deuda con vencimiento en agosto de 2030. Los papeles, denominados en dólares y estructurados como valores precapitalizados amortizables (P-Caps), estarán respaldados por activos de Pemex, según un documento oficial presentado el 22 de julio.
La Secretaría de Hacienda argumenta que la operación permitirá cubrir necesidades financieras y operativas inmediatas de la petrolera, sin que estos pasivos aparezcan en los balances consolidados de Pemex ni del propio Estado mexicano, un esquema que busca dar oxígeno a la empresa más endeudada del mundo, con compromisos que rondan los US$100.000 millones.
Este resultado positivo es una buena noticia para Sheinbaum, que asumió con el reto de estabilizar a Pemex en medio de una caída estructural de la producción, elevados costos de refinación y un nivel de endeudamiento que sigue preocupando a los mercados.
Con información de Bloomberg
