La inteligencia artificial (IA) ya está transformando el mercado laboral, según advierte Jacob Manoukian, director de Estrategia de Inversión en Estados Unidos de JPMorgan Chase, en un artículo publicado recientemente.
El analista sostiene que las señales de cambio son claras. Los recién graduados universitarios enfrentan cada vez más dificultades para conseguir trabajo, mientras que empresas como Microsoft han anunciado recortes de miles de empleos en paralelo con grandes inversiones en IA. A esto se suma un cálculo del Fondo Monetario Internacional (FMI), que estima que más del 60% de los puestos en economías avanzadas podrían verse afectados por esta tecnología.
El escenario ha despertado alertas. Dario Amodei, director ejecutivo de Anthropic, advirtió que el desempleo podría escalar hasta el 20% si la disrupción avanza sin amortiguadores. “Si la IA realiza todas las tareas, ¿quién generará ingresos para consumir bienes y servicios?”, plantea Manoukian, recogiendo una de las principales inquietudes.
Innovaciones que cambiaron el rumbo
No obstante, el estratega recuerda que la historia de la tecnología ofrece razones para el optimismo. La máquina de vapor en el siglo XIX, la electricidad a finales del mismo siglo y, décadas después, la computadora, no solo desplazaron empleos, sino que también redujeron costos, impulsaron la productividad y abrieron nuevas industrias.
Los telares mecánicos afectaron severamente a los tejedores manuales, pero al mismo tiempo dispararon la producción textil y la demanda de carbón, transporte y comercio. La electricidad acabó con empleos como el de los faroleros, pero dio lugar a sectores enteros como el cine, los electrodomésticos o la construcción de rascacielos. La computadora redujo el número de auxiliares contables y cajeros, pero generó nuevos empleos en software, análisis financiero y banca moderna.
“La lección es que la disrupción no ha significado destrucción permanente”, subraya Manoukian.
IA: ¿amenaza o complemento?
De acuerdo con el análisis, la mayoría de las consultas laborales a modelos como Claude —uno de los sistemas de IA más avanzados— no buscan sustituir, sino ampliar capacidades. Hoy apenas un 2,5% de los empleos estaría en riesgo real de automatización total.
La adopción masiva, sin embargo, tomará tiempo. Requerirá reorganizar procesos internos, rediseñar sistemas de datos e integrar las herramientas a la operación diaria de las empresas. En esa transición, Manoukian considera clave el rol de la política económica y de los programas de capacitación laboral, que permitan recolocar a los trabajadores en nuevas funciones.
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Productividad y nuevos sectores
Más allá de los riesgos inmediatos, el estratega resalta el potencial positivo: la IA está reduciendo el costo del conocimiento. Esto significa que servicios antes exclusivos, como la asesoría legal personalizada, el diseño arquitectónico o el diagnóstico médico, podrán democratizarse y estar al alcance de pequeñas empresas y familias.
El desarrollo de aplicaciones de software, la infraestructura de datos y la integración de IA en procesos empresariales también abrirán nuevos nichos de empleo. Incluso se espera que surjan profesiones especializadas, como los “arquitectos de IA”, encargados de diseñar y adaptar soluciones a distintas industrias.
